Primera Nacional | Nueva Chicago

“Chicago me pagó con un respeto sublime”

Mientras espera un llamado para volver a dirigir, Walter Marchesi montó un puesto de hamburguesas y choripán en una esquina de Mataderos. “Algún día voy a volver a Chicago”.

Publicada: 25/05/2019 20:20:03

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No todo es color de rosa en el fútbol. Y mucho menos en el Ascenso, donde las luces y la fama escasean, los contratos suculentos son para las grandes figuras y donde la gran mayoría de los jugadores y entrenadores vive con lo justo.

Hoy, sin trabajo dentro del plano futbolístico, Walter Marchesi, ex DT de Villa Dálmine y Chicago, decidió montar un puesto de hamburguesas y choripán (el cuál el mismo atiende) mientras espera un llamado de algún club para volver a dirigir. La historia llamó la atención, Solo Ascenso se acercó a las intersecciones de Remedios y Pola, en el barrio de Mataderos, y el entrenador accedió a la entrevista.

- Raro verte trabajando de algo en lo que por ahí quizás no te preparaste…

- Si, lo que pasa es que como me muestro como director técnico es como encaro la vida. Mi manera de pensar o mi manera de ser hacen que cuando no tengo fútbol tengo que trabajar. Siempre me manejé honestamente, y cuando uno no tiene club tiene que ayudar la familia. Al tener el carro como para hacer algo gastronómico es una manera digna de trabajar y estar activo. Y también como siempre esperando la posibilidad de volver a dirigir. Eso no me lo va a cambiar nadie porque es una pasión.

- ¿Cómo fue que te metiste en esto?

- Uno tiene que buscar algo donde pueda manejar sus tiempos, a la espera de volver a hacer lo que a uno le gusta. Y la manera de hacerlo y no molestar a nadie es trabajar por cuenta propia. Entonces en caso de volver a lo que tanto amo no tengo que pedirle permiso a nadie.

- Imagino que los hinchas de Chicago se sorprenden cuando te ven ahí. ¿Te saludan? ¿Qué es lo que te dicen?

- Tengo una gratitud inmensa con la gente. Chicago me pagó con un respeto sublime, con un saludo todas las mañanas de muchísima gente que pasa y me saluda, especialmente la gente mayor de 35 años que recuerda aquella epopeya de haber salvado a Chicago en aquel año de los famosos siete descensos con todos chicos del club. La gente eso lo recuerda, me respeta y me valora ante todo.

- La gente tiene un gran recuerdo de vos…

- Si, la verdad que yo no uso redes sociales, pero me comentan que la gente de Chicago tiene un recuerdo mío muy lindo. Siempre piden que esté dentro del club, y eso sinceramente me gratifica muchísimo. Nosotros le pusimos el pecho a Chicago creo que en la peor hora del club, y lo hicimos con una dignidad asombrosa, tanto de ese plantel tan joven como yo, que tenía 31 años. En esa época el entrenador joven no se usaba, hoy hay entrenadores de 35 años. Dirigir un equipo tan gigante fue un orgullo y más con lo que yo siento por Chicago. Para mí fue cumplir un sueño.

- ¿Por qué crees que no estás trabajando en el club?

- Todos de una manera u otra han dicho "Walter tiene que estar en el club". Pero yo nunca más volví a estar en el club. Siempre tuve como una especie de mano a mano con los presidentes, desde Antonio Filomeno, Gustavo Lacanna, Antonio Fusca, los nombro porque no tengo nada que ocultar, todos decían “Walter tiene que estar en el club”, pero a la hora del mandato nunca más pasó nada. No tengo una respuesta lógica, pero yo vuelvo a repetir, Chicago a mí ya me ha pagado. Recuerdo que estuvimos siete meses sin cobrar y salíamos a jugar en aquella B Nacional durísima y con un equipo de chicos, donde comíamos en un taller mecánico y viajábamos en un micro escolar. Es muy lindo que en tu barrio, donde está tu gente, te valoren. Chicago me terminó de pagar cuando lo visité con Villa Dálmine y recibí un aplauso y un respeto extraordinario de parte de la platea.



- A propósito de Villa Dálmine, nunca terminó de ser clara tu salida del club de Campana, donde hiciste prácticamente un campañón...

- Hay un grupo de personas que seguramente tendrá que contestar por qué fue mi salida. Yo en Villa Dálmine obré como una persona de bien. Era coordinador de divisiones inferiores, agarré al equipo último, lo metimos en un hipotético Reducido, porque hasta tuvimos la mala suerte de que no hubo Reducido, y terminamos en el cuarto puesto de la tabla. Hice debutar a nueve jugadores, me fui del plantel y dejé 16 chicos de inferiores trabajando con el plantel de Primera. Seguramente alguien sabrá por qué en un momento en el club empecé a molestar. Pero el hincha de Villa Dálmine es hasta el día de hoy que me recuerda con mucho respeto. Eso me llena de satisfacción.

- Imagino que seguís la actualidad de Chicago. ¿Conoces a Germán Kent?

- No, con esta dirigencia no he hablado. Sé que son gente joven, que quieren hacer las cosas bien y que pusieron al día situaciones económicas que son muy difíciles. Pero no, no hablé con ninguno por el momento.

- ¿Te gustaría volver en algún momento?

- Creo que algún día tengo que volver a casa. Me fui y siempre me pregunté el por qué. Pero estoy seguro que algún día voy a volver, en alguna función dentro del club pero voy a volver a casa.




Adrián Ocampo

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