Defensores de Belgrano
Un Goux en Buenos Aires 2018Publicada: 07/03/2016 14:37:03
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Martín Caballero finalizó su contrato con Nueva Chicago a fines del 2015, y fue convencido de probar suerte en el fútbol israelí. Sin embargo, las promesas con las que había viajado se desvanecieron al poco tiempo y vivió una verdadera pesadilla. Leé la historia que sufrió el lateral, contada en primera persona.
"Me llamo Diego Martín Caballero. Redacto este texto para que compañeros y amigos del fútbol no se dejen engañar por Sergio Frydman, Iair Frydman, Ioav Frydman y Moshe Ar Adim. Son, supuestamente, ellos una empresa que lleva jugadores a Israel a los equipos más grandes, diciendo que tienen grandes influencias y que son buenas personas, serias.
En noviembre del 2015 me contactaron para hablar y convencerme de que ellos me llevaban a un club de Primera División de Israel, que yo sólo tenía que viajar, pagarme el pasaje y en dos dias me veían que estaba bien físicamente y no tenía ninguna lesión.
Ademas de eso, un contacto de él me pidió $5000 para depositar en una cuenta, y me dijo que, cuando llegaba a Israel, me lo devolvían. Yo le dije que no, y aceptaron que viaje sin depositar esa plata en esa cuenta. Supuestamente, era una comisión por adelantado. Después de muchas idas y vueltas, Frydman logra convencerme, con sueños, ilusiones, contrato bien pago, casa y auto.
Viajo a Israel alrededor del 28 de diciembre. Llego para las fiestas de fin de año, era clima de fiesta en la casa de Frydman y yo no supuse el infierno que se avecinaba. El primer día me alojó en un departamento con vista al mar, un lujo. Al segundo día me trasladó a un departamento de dos ambientes, en donde éramos tres chicos durmiendo en una habitación y dos durmiendo en el living. Nos trajo un surtido de comida y se fue.
Pasados seis dias sin ir a ningún club, Frydman me decía que entrene por mi cuenta para estar bien y agarrar ritmo rápido así jugaba rápido, que ya estaba todo cerrado. Fui a entrenar al club solo. Resulta que Frydman había llevado varios jugadores y no tenía movilidad para llevar uno por uno.
Estuve yendo una semana, y a pesar de que no firmé al segundo día como me habían dicho, estaba confiado y demostrando un buen nivel futbolístico. Al séptimo día le pregunté qué pasaba que no firmaba, y me dijo: 'Hoy lo cerramos'. Supuestamente se reunió con la gente del club y me querían dar poca plata y me dijo que yo no podía jugar regalado en Israel, que al otro día me iba a llevar a Maccabi Haifa, uno de los más grandes de Israel, que Johan Cruyff era el director deportivo, y que me quería sí o sí.
Al día siguiente me llevó su socio a un lugar en donde me iban a pasar a buscar para ir a entrenar. No vino nadie. Lo llamé y le pregunté qué era lo que pasaba, y me dijo que al final había otro equipo en segunda división que me quería sí o sí, que era un club árabe y que me iban a pagar lo que valía; y que, en junio, Maccabi Haifa me iba a comprar, que no me preocupara.
Yo ya empecé a sospechar, y con varios compañeros que estábamos ahí en Israel empezamos a preguntarnos qué era lo que estaba pasando, porque a ellos les había pasado algo parecido (¡o peor!), que no es mi cuestión contarlas.
Al entrenar casi por dos semanas en ese club de segunda división, y demostrar mi nivel profesional, el Director Técnico me pidió que me quedara en la ciudad del equipo, porque me quedaba a una hora y media de viaje. Incluso falté un día porque Frydman no me quiso llevar, y le dijo al DT que se le había roto el auto. A la propuesta de quedarme en la ciudad, él dijo que no, porque si no, cuando íbamos a firmar el contrato, nos iban a dar poca plata.
A todo esto, en el día a día, muchas veces teníamos que comprarnos la comida con nuestra plata, y él, desde un principio, nos dijo que no íbamos a gastar en nada, y menos en comida.
Nosotros, al no entender el idioma ni nada, sólo podíamos depositar nuestra confianza en él, a pesar de que algunos jugadores nos dijeron que tuviéramos cuidado con Frydman.
Faltaba poco para el cierre del libro de pases, y le dijimos que cerráramos o nos volvíamos a Argentina. Nos contestó: 'Hoy a la tarde cerramos', y cuando llegó el momento nos dijo que, al final, no nos quería el DT.
Empezamos a preguntar a otros representantes y compañeros del fútbol, y nos enteramos, por intermedio de un representante, que no cerrábamos los contratos porque Frydman pedía mucha comisión y primas para su beneficio, que los clubes no accedían a pagar.
Después de esta última experiencia, Frydman nos cambió de departamento a un lugar llamado Crayot, un edificio en condiciones precarias, había humedad y paredes destruídas. Éramos cinco jugadores viviendo en una casa totalmente inhabitable. Nos hizo un surtido que duró tres días, y por ocho días desapareció: no atendía el teléfono, no respondía los mensajes, le pedíamos que nos trajera comida y nos decía que compráramos, que después nos daba la plata él. Y era todo mentira.
Tres días después, hablé con mi tía en España y me vine para acá. Ahora estoy bien y lo cuento como una muy mala experiencia que me hizo fuerte. Espero poder ayudar a mis colegas futbolistas, para que tengan cuidado con este personaje, que aparece de la nada, con falsas promesas".
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