Solo Ascenso | Opinión

Al borde del abismo

Gastón Adur

Publicada: 13/12/2018 00:00:00

Muchas generaciones de hinchas de Quilmes se criaron escuchando historias sobre la obtención del campeonato de 1978, las interminables gambetas del Indio Gómez, el equipazo de Gustavo Alfaro que clasificó a la Copa Libertadores y a la Sudamericana. Todo eso quedó en viejas anécdotas, el presente es totalmente diferente y el Cervecero se encuentra peleando por no descender a la B Metropolitana.

Los hinchas pueden pasar de la alegría a la tristeza en un solo paso y los fanáticos del conjunto del Sur del Gran Buenos Aires lo vivieron en carne propia. En 2016, el club terminó con 37 años del régimen meisznerista y la nueva dirigencia generó ilusión en todos los simpatizantes del Decano, pero rápidamente eso quedó en la historia.

En el primer año de la Comisión Directiva dirigida por Marcelo Calello, el club descendió a la B Nacional de manera inesperada, pero forjada. El Cervecero, en un torneo de 30 equipos, tenía varios clubes por encima en la tabla de promedios. La inoperancia de los dirigentes, subestimar a los rivales y no acertar ninguna decisión futbolística fue lo que sentenció la crónica de un descenso anunciado.

Luego de cinco años en la máxima categoría del fútbol argentino, en la que Quilmes salió quinto en uno de esos torneos, peleó para entrar a la Liguilla de la Copa Sudamericana y mantuvo la permanencia, ahora tenía que enfrentar una nueva realidad y jugar en la B Nacional.

La ilusión otra vez aparecía en los hinchas, que sintieron que podían volver rápidamente a la Primera División. La llegada del referente Emanuel Trípodi y los ídolos Miguel Caneo y Sebastián Romero agigantaban un sueño que terminó desapareciendo porque los dirigentes sobraron el torneo.

Para afrontar dicho campeonato contrataron a un técnico sin experiencia como Lucas Nardi, que solamente había dirigido en las juveniles y la Reserva de Estudiantes de La Plata: duró solamente nueve partidos en el banco de Quilmes y ganó dos partidos. Luego de un interinato de Leonardo Lemos, entrenador de la Reserva, con dos derrotas su reemplazo fue Mario Sciacqua, que en los últimos encuentros logró que el equipo levante cabeza y mantenga la categoría. Luego de la permanencia, Sciaqua dio un paso al costado. Las decisiones siguieron sin ser las correctas.

En este nuevo torneo todo podía ser diferente, pero los dirigentes siguieron subestimando la B Nacional. Los ídolos se fueron por los malos tratos y trajeron a Marcelo Fuentes, que estuvo nueve partidos en el banco y perdió cinco. Por los malos resultados es el segundo año consecutivo que Quilmes pelea el descenso a la B Metropolitana. Ahora, Lemos, que lleva cuatro partidos en los que consiguió tres empates y una sola derrota, deberá afrontar una lucha para intentar no perder la categoría con muchos juveniles y refuerzos que no están a la altura de la circunstancia.

La situación del Cervecero es preocupante. No solo está en un abismo futbolístico, también se encuentra pasando un momento de crisis económica. El club se encuentra participando en concurso de acreedores y deberá pagar aproximadamente 140 millones de pesos que deberá abonar en siete cuotas iguales, anuales y consecutivas, con una espera de tres años. A pesar que en 2021 se tiene que empezar a pagar la deuda. La plata ahora no alcanza y los empleados del club no cobran hace dos meses, están de paro y realizan ollas populares en la sede social.

El futuro de Quilmes es incierto. La institución está viviendo un cuento de terror. En el ámbito futbolístico en tres años peleó descensos y es la segunda edición consecutiva de la Copa Argentina en la que no participará. Por ende habrá menos ingresos. Mientras los trabajadores esperan por la venta de un jugador para que les sanen la deuda, Quilmes ya no es el club que era y si sigue así muy lejos estará de serlo. El abismo es muy grande y el club cada vez se hunde más en él.

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