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“Ni el más optimista lo imaginó”

Rubén Capria, figura y pieza clave en el regreso de Estudiantes a Primera, recordó aquel gran logro con el Pincha en el 95. “Fue categórico en puntos y rendimiento”, afirmó.

Publicada: 16/06/2020 10:55:39

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La campaña de Estudiantes en la B Nacional en la temporada 1994/95 quedó grabada en la memoria del fútbol argentino. Bajó con la obligación de volver cuanto antes y poco menos de un año después lo consiguió por el fruto de un campeonato que arrasó y rompió el récord de puntos sumados.

Entre tantos nombres, tuvo a Rubén Capria, el Mago para todos los futboleros, como figura y una pieza clave en el equipo que condujo la dupla Russo-Manera, como eje para lograr el título que devolvió al Pincha a la elite del fútbol argentino después de un descenso que pagó las culpas de una mala gestión. Y en una charla con Solo Ascenso recordó aquel año mágico.

- ¿Cuál es el primer recuerdo cuando te preguntan sobre el ascenso del 95?

- La sensación que tenemos los que participamos de ese plantel es haber devuelto al club al lugar del que nunca se tenía que haber bajado. Era esa deuda pendiente y por la cual uno se quedó en la institución a luchar la posibilidad de ascender rápido. Ni el más optimista imaginó que seis fechas antes que termine el torneo iba a estar en Primera el equipo, pero en base a cómo funcionaba ese equipo sí podías pensar el campeonato que hicimos que fue bastante categórico en cuanto a puntos, pero sobre todo en cuanto rendimiento que ahí es la clave del fútbol; cuando funciona un equipo, es la llave para todo lo demás.

- En cuanto a nombres, tenían un gran plantel pero, ¿cómo era ese grupo de futbolistas?

- No solamente éramos futbolistas que habíamos nacido en el club, sino vinieron refuerzos que también anduvieron muy bien y se hizo un buen mix de jugadores jóvenes. Para mí esa fue la clave, tener buen recambio y el buen rendimiento. De hecho, en los últimos tres años de promedios, el último fue el que mejor funcionamos y casi todos los chicos que éramos del club estábamos entre los 23 y 25 años, tuvimos ese recorrido previo, nos golpeamos y aprendimos mucho, y también templó el espíritu. Ahí fue la clave donde nosotros nos hicimos fuertes y a la vez encontramos el pico de rendimiento como equipo y a la vez el club se reorganizó desde la llegada de (Eduardo) Manera y (Miguel) Russo, gente muy identificada con el club, todo el mundo se alineó al proyecto común y así fue como salió todo.

- Con todo esto que mencionas, el sentido de pertenencia pareciera haber sido fundamental…

- No solamente pasa por ahí, pasa por encontrar las piezas para que funcione el equipo. Vos podés tener todo el sentido de pertenencia del mundo, pero si a la hora del juego no encontrás las buenas vinculaciones, el buen funcionamiento, queda en el aire. El secreto fue que todo empezó a funcionar en el equipo, los que estábamos en el club más los que vinieron que no tenían tanto sentimiento de pertenencia, simplemente buenos jugadores que vinieron y se pusieron al frente del proyecto común. Ese fue el gran logro, encontrar un grupo fuerte en el sentido que todos colaboramos, más allá de los roles, más vistosos o menos vistosos, más partidos o menos partidos, todos colaboramos para el sueño de volver a Primera rápidamente.

- Mencionabas a Russo y Manera, ¿qué le dieron a ese equipo?

- Fueron muy importantes como tipos de la institución. Eduardo era más distante, Miguel estaba mucho más cerca por una cuestión generacional, estaba el profe Córdoba que tuvo un valor muy importante en el desarrollo del día a día, Marcelo Trobbiani y Huguito Gottardi, todos colaboraron con su pincelada para poder ayudar a que el equipo funcione. De hecho, el equipo siempre anduvo bien. Empatamos el primer partido (2-2 con Instituto en Córdoba) y después empezamos a pisar fuerte en todos lados, ganamos muchos partidos importantes de visitante. Al lugar que íbamos, había una gran expectativa también porque era novedoso, un club importante en la divisional y así fue en todos los lugares que fuimos, la gente acompañaba y se sintió muy identificada con el equipo, con la manera de jugar y eso fue alimentándose en el transcurso del torneo.

- Además de tu caso, ese Estudiantes tenía otras figuras importantes como Verón o Calderón, entre otros, ¿qué tan importante son las individualidades en el equipo?

- Todos los equipos necesitan de buenos jugadores, de individualidades que se acoplen a un proyecto común. Siempre es el huevo y la gallina, puede haber algunos equipos que no funcionen bien con buenos jugadores, pero es muy difícil que un equipo que sea un buen equipo no tenga buenos jugadores. La individualidad hace al todo. Si ese jugador está con buena disposición para hablar en plural, para ser parte de un todo, esa es la búsqueda y así fue. Todos colaboramos con nuestro granito de arena; el que hacía los goles, el que hacía los pases para que venga el gol, el que recuperaba la pelota, el que defendía, el que atajaba, el utilero y el canchero, todos fueron colaborando para que esto saliera a flote.

- En ese entonces, con la obligación a cuestas de volver a Primera, ¿cómo tomaron esa presión?

- El sueño y el objetivo era claramente volver rápido. No imaginábamos que iba a ser así sobre todo el último tramo del campeonato que se liberó bastante, pero todos teníamos esa carga encima de devolver al club a la Primera División y ese objetivo. Después todo lo que vas buscando, se va consolidando o no, se va acercando o no, en la medida que vaya funcionando como equipo. Cuando ves que el equipo empieza a funcionar, empiezan a salir las cosas, el equipo gana, juega bien, domina la escena, domina los partidos y eso fue lo que pasando. Te vas convenciendo que es claramente posible. Después la presión se transformó en un enorme desafío, yo la presión siempre la transformé en desafiarme, yo me imponía cosas como la autopresión; decir tengo que ir por más, hice dos goles y tengo que hacer tres, si hice dos goles y no hice un pase gol, tengo que hacer un pase gol. Siempre buscábamos la superación y el equipo en ese aspecto fue muy ambicioso en el buen sentido. Éramos un plantel joven en relación a lo que podría pasar hoy. Hoy no podrías tener un plantel de 23, 24 o 25 años en su mayoría en un equipo del Ascenso, sería algo impensado. Hoy no dura nadie en esas edades con esos rendimientos.

- Te tocó compartir ese gran logro con tu hermano Diego, imagino habrá sido un sueño para ambos…

- Con mi hermano jugué en cuatro clubes, en el club de origen nuestro que es Belgrano, y después jugamos en Estudiantes, Racing y Chacarita juntos. Fue una enorme satisfacción no solamente para nosotros sino mis padres, familia, amigos y de alguna manera lo disfrutamos mucho porque vivimos el proceso previo que fue muy doloroso deportivamente hablando. La devolución al club a la Primera era como la tarea cumplida y eso lo sintió la familia porque estaba atrás nuestro. Siempre tuvimos una familia muy silenciosa que acompañaba en silencio, y eso me parece es más importante. Sabías que estaban, pero no eran esa gente que estaba todo el tiempo entrometiéndose, para nada. Mi papá jamás nos dijo algo que tenga que ver con el fútbol, simplemente acompañaban y apoyaban.

Federico Meza

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